Una gran cantidad de libros tratan de motivar a las personas para que alcancen el éxito, en las ventas, en su carrera, creando una empresa, en su vida personal. Pero pocos cuentan de una forma sistemática e integral que hay que hacer una vez que estamos motivados. Ya estoy motivado, yo puedo triunfar y ahora qué. Este artículo trata de una forma integrada y paso a paso como ir desde el”yo puedo” a una cuenta corriente saneada.
Hace más de diez años impartí una conferencia sobre “Internet y las finanzas” al amigo Daniel experto en estrategia y empresa familiar le resultó gracioso comenzar una charla sobre nuevas tecnologías hablando de Mesopotamia. Desde entonces muchas conferencias sobre Internet las comienzo por Mesopotamia.
La humanidad ha progresado impulsada por tres grandes revoluciones. La primera gran revolución se produce cuando el hombre aprende a cultivar y a domesticar los animales en los valles fértiles delos grandes rios como los de Mesopotamia. Los cultivos generaron las ciudades, los grandes imperios y las primeras civilizaciones.
La segunda gran revolución fue la revolución industrial. Cuando se aprende a dominar la energía yse desarrolla la máquina de vapor. Ahora es posible que una máquina realice parte del trabajo. En cierto momento histórico unas condiciones políticas y económicas facilitan el desarrollo de la industria y el crecimiento del comercio.
Y actualmente estamos inmersos en la tercera gran revolución, la revolución digital. Con el invento del ordenador surgió la posibilidad de tratar automáticamente los datos. Si en la primera revolución se mejoró la alimentación y en la segunda se utilizó la energía para producir en las fábricas, en la tercera revolución, estamos automatizando la memoria y la inteligencia.
Durante años las empresas compraron una gran cantidad de ordenadores con la esperanza de aumentar la productividad. Pero en esos primeros años las grandes inversiones en sistemas informáticos, para sorpresa de muchos, no estaban generando los esperados grandes aumentos en la productividad. Varias gráficas muy significativas muestran como en los primeros años, a pesar de grandes inversiones en equipos, no se producían aumentos significativos de la productividad. Muchos se preguntaban ¿Cómo es esto posible?
Veamos un ejemplo muy significativo que nos ilustrará sobre el problema. Mi amigo Jorge, al que le llamabamos “gorge” tenía una empresa familiar de distribución de huevos y pollos. Esto daba lugar a variados chistes que no vienen al caso. Cuando comenzaron a venderse los primeros ordenadores personales, esta empresa familiar decidió realizar una gran inversión para modernizarse y controlar el almacén mediante esta nueva tecnología. Así que instaló varios carísimos ordenadores tras un cristal en una oficina del almacén, confiando que mediante ese sistema el inventario estuviese perfectamente controlado.
La realidad es que en el almacén cuando entraba o salía producto, lo anotaban en unos papelitos y cuando tenían una cierta cantidad los pasaban a la oficina. En la oficina varios empleados trataban de descifrar lo que ponían los papeles y lo introducían en los ordenadores. Pero eran frecuentes los errores al introducir los datos. Así que la información sobre el inventario que tenían los ordenadores era muy distinta a la realidad. Como la información del sistema informático era errónea, seguían realizando el inventario volviendo a contar físicamente. De esta forma después de comprar la nueva tecnología hacían el trabajo dos veces, como siempre físicamente y con los ordenadores. Por tanto, después de invertir en ordenadores tardaban más, trabajaban más y costaba más hacer lo mismo. Hoy en día se coloca un sistema a la salida del almacén que capta la información sin errores.
Esto nos enseña que la tecnología por si sola no mejora la productividad. Es necesario aprender a utilizar los nuevos sistemas. Muchas empresas se compran herramientas de todo tipo, o asisten a cursos de todo tipo, pero no aprenden a utilizarlos en la práctica.
Por tanto, no es suficiente comprar las herramientas, lo más importante es aprender a utilizarlas. Para que las nuevas herramientas como los ordenadores sean productivos es preciso cambiar la forma de trabajo. Escribir en un ordenador la contabilidad igual que en un libro no mejora mucho la situación.
Y la auténtica revolución comienza cuando los ordenadores se conectan. Internet es simplemente un estándar para conectar ordenadores. Al conectar los ordenadores unos con otros es cuando se desarrollan muchas nuevas posibilidades.
Un ejemplo personal puede ser muy ilustrativo. Cuando hace más de 20 años comencé como profesor en la Universidad, el sistema para poner las calificaciones de los exámenes requería mucho trabajo. Primero escribíamos las notas en el ordenador y las colocábamos en un tablón para que la vieran los alumnos. Posteriormente venía la parte más complicada escribir las notas en una larga lista con cinco papeles de copia. Lo peor después de escribir 300 notas es equivocarte en las últimas y tener que escribir de nuevo la lista. Y por último llevabas la lista con sus cinco autocopias a secretaría donde varias personas durante días introducían los datos en el ordenador.
Hoy en día escribimos la lista una sola vez en el sistema de la Universidad que está conectado por Internet. Ya no es necesario que varias personas en la secretaría vuelvan a teclear la información. Este mismo sistema mucho más productivo pudo establecerse antes de Internet, aunque requiriera mover disketes, pero no fue hasta la llegada de Internet que se utilizó este sistema que ahorra mucho tiempo.
Por tanto, cuando hemos aprendido a utilizar las nuevas tecnologías, cuando hemos cambiado la forma de trabajar, es cuando se han generado los grandes aumentos en la productividad. Se requiere un cambio de mentalidad, cambiar la forma de trabajar para aprovechar las nuevas herramientas.
Cuando estudia Ciencias Económicas y Empresariales, Rama Empresa, decidí especializarme en Marketing. En aquella época el marketing era un área más de la administración de empresas, para muchos sin demasiada importancia o con mucha menos importancia que por ejemplo las finanzas y la contabilidad. Sin quitar importancia a otras área de la administración de empresas, desde muy temprano en mis estudios advertí que en muchos sectores, para muchas empresas, el determinante del éxito o el fracaso está en el marketing.
Las distintas áreas de la administración de empresas son importantes y deben actuar de forma integrada o coordinada. Si sabemos que todos los ingresos de la empresa proceden de sus ventas y que sus ventas dependen de los clientes satisfechos. Podemos deducir que una gestión de empresas integrada debe estar guiada en buena medida por el marketing.